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17 de mayo de 2020

#DailyLine (ADELANTO) Libro Nueve. Visitas inesperadas

Fuente/Source: Diana Gabaldon



 


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[Excerpt from GO TELL THE BEES THAT I AM GONE, Copyright 2020 Diana Gabaldon]

Encontré al joven Ian, no en su terreno más arriba, sino en los bosques cercanos, rifle en mano.

"!No dispares!" exclamé a través de la maleza. "!Soy yo!"

"No podría confundirte con nada excepto con un oso pequeño o un cerdo grande, tía", me aseguró, mientras yo me abría paso hacia él a través de unos cornejos. "Y no quiero encontrarme con uno de esos hoy".

"Bien.  ¿Y qué tal si fueran un par de amables contrabandistas?"

Se lo expliqué tan bien como pude trotando detrás de él mientras se desviaba a través del campo para coger su guadaña, la cual puso entre mis manos.

"No creo que tengas que usarla tía", dijo mirando la expresión de mi rostro. "Pero si te quedas ahí bloqueando el camino, un hombre desesperado podría intentar atravesarlo".

Cuando llegamos, descubrimos que el camino había sido efectivamente bloqueado por la carga de la primera mula, que había conseguido quitarse de encima completamente. Cuando Ian y yo aparecimos un poco poco por debajo de los contrabandistas, la primera mula estaba disfrutando de su nueva ligereza de espíritu, y trepaba libremente sobre la pila de bolsas, cajas y objetos de mimbre hacia nosotros, tratando de unirse a su compañero, que tenía limitado el paso por un gran arbusto de zarzamoras que bordeaba el camino.

Evidentemente habíamos llegado casi al mismo tiempo que Jamie y Tom McLeod, ya que los dos traficantes se habían girado para mirarnos a Ian y a mí al mismo tiempo que Jamie y Tom aparecían en el camino por encima de ellos.

"¿Quién demonios sois?" preguntó uno de los hombres mirándonos a Ian y a mí con desconcierto. Ian se había recogido el pelo en un moño alto para retirarlo mientras segaba, y sin su camisa se le veía profundamente bronceado y tatuado, como el Mohawk que era. Yo no quería pensar cómo me veía, completamente despeinada y con el pelo lleno de hojas, pero agarré my guadaña y les dirigí una mirada severa.

"Soy Ian Ôg Murray" dijo Ian suavemente y me señaló con la cabeza "Y ella es mi tía. Oops" la primera mula husmeaba el camino entre nosotros provocando que ambos nos retiráramos del paso.

"Soy Ian Murray" repitió Ian dando un paso atrás colocando su rifle en una posición relajada pero definitivamente preparada sobre su pecho.


"Y yo", dijo una voz profunda desde arriba, "soy el Coronel James Fraser, del Cerro Fraser, y ella es mi esposa".  Se hizo visible, alto y de hombros anchos contra la luz, con Tom detrás de él con el rifle brillando con la luz del sol.

"Agarra la mula, Ian. Esta es mi tierra. ¿Y quienes son ustedes, si puedo preguntar?"

Los hombre se sacudieron sorprendidos y miraron hacia arriba- aunque uno miró de forma cautelosa hacia atrás para vigilar la retaguardia.

"Er....somos....um". El hombre joven- no debía de tener más de veinte años- dirigió una mirada de pánico al mayor. "Soy el Teniente Felix Summers, señor. Del barco de su Majestad, el Revenge".

Tom emitió un ruido que podía ser de diversión o amenaza. 

"¿Quién es tu amigo?" preguntó señalando al mayor, que podía ser cualquier cosa, desde un vagabundo a un cazador de los bosques, pero que en cualquier caso parecía un gran bebedor con las mejillas y la nariz llenas de capilares rotos.

"Yo....creo que su nombre es Voules, señor", dijo el teniente. "No es mi amigo". Su cara había pasado del blanco del susto al rosa brillante. "Le contraté en Salisbury, para que me ayudara con mi...mi equipaje".

"Ya veo", dijo Jamie educadamente. "¿Quizás está usted ......perdido, teniente? Creo que el océano más cercano está a trescientas millas de aquí".

"Estoy de permiso", dijo el joven para mantener su dignidad. "He venido a visitar a.....alguien".

"Hay premio para averiguar a quién", dijo Tom a Jamie bajando su rifle. "¿Qué quieres hacer con ellos Jamie?"

"Mi esposa y yo llevaremos al teniente y a su... hombre... a la casa para que se refresquen", dijo Jamie haciendo una graciosa reverencia a Summers. "¿Puedes ayudar a Ian con... ?" señaló con la cabeza al caos esparcido entre las rocas. "... Ian una vez que termines, sube y trae al Capitán Cunningham para unirse con nosotros, ¿de acuerdo?"

Summers captó la sutil diferencia entre "invitar" y "traer" al igual que lo hizo Ian, pero no tenía opción. Tenía una pistola y una daga de oficial en su cinturón, pero pude ver que la primera no estaba cebada y por lo tanto, tampoco estaba cargada, y además dudé que alguna vez la hubiera sacado con otro motivo que no fuera afilarla. Jamie ni siquiera miró sus armas y mucho menos pidió que las depusieran.

"Gracias, señor". dijo Summer girando sobre sus talones, y pasó tímidamente junto a mí y mi guadaña, bajando con la espalda rígida por el camino.

(!Gracias a Sandra Robson por esta deliciosa y etérea foto de abeja!)









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