21 de junio de 2017

#DailyLine (ADELANTO) Libro 9: Hermanos en camino

Fuente/Source: Diana Gabaldon


El teniente Hanson echó una rápida mirada por encima del hombro y bajó la voz. "El general fue fusilado hace dos días, cuando avanzó con su regimiento de caballería entre dos formaciones de cañones, pero..."

"¿Lideró una carga de caballería... hacia la boca de los cañones?" Evidentemente, el teniente Hanson no había bajado suficiente la voz, ya que la pregunta vino de William, quién cabalgaba detrás. Sonaba incrédulo y un tanto divertido, por lo que Bree se dio la vuelta y lo fulminó con la mirada. William la ignoró, aunque apuró a su caballo en la dirección de la mula de Hanson. El teniente llevaba su bandera de tregua, y al ver a William acercarse hizo que instintivamente le apuntara con ella como si fuera una lanza. 

"No quise insultar al general," dijo William con delicadeza, alzando una mano en negligente defensa. "Suena como una maniobra de lo más atrevida y valiente."

"Y lo fue," respondió Hanson brevemente. Lenvantó un poco su bandera y dio la espalda a William, dejando de esa manera a los hermanos cabalgar a la par, con John Cinnamon al final de la caravana. Bree le dirigió una mirada incisiva a su hermano que sugería fuertemente que mantuviera la boca cerrada. William la miró durante un momento, luego se enderezó y asumió una expresión de rectitud angelical, con los labios apretados.

Bree tenía tantas ganas de reírse como de pincharle con algo afilado, pero a falta de su propia bandera de tregua, se conformó con un sonoro bufido.

"À vos souhaits," dijo el señor Cinnamon con gentileza detrás de ella. William bufó.

"Merci," respondió Brianna, "y que Dios te bendiga." No dijeron nada más hasta que llegaron a las afueras de la ciudad, unos minutos más tarde. Un pequeño grupo de casacas rojas custodiaba el final de la calle, protegiéndose del fuego de la artillería detrás de una barricada de vagones y colchones puestos de lado. Una caldera de campamento hervía sobre un pequeño fuego, y el aroma a café y pan tostado hizo que a Bree se le hiciera agua la boca. 

Debió haber echado una mirada hambrienta a los hombres que comían cerca del fuego, ya que William apuró a su caballo para acercarse y murmuró, "me ocuparé de que te den de comer apenas lleguemos al campamento."

Ella lo miró y asintió un gracias con la cabeza. Ya no había nada de gracioso ni descuidado en su manera de comportarse. Se notaba relajado sentado en su montura, con las riendas sueltas, mientras el teniente Hanson hablaba con el casaca roja a cargo, aunque sus ojos nunca se despegaron de los soldados británicos.

10 de junio de 2017

#DailyLine (ADELANTO) Libro 9: El peinado de Angelina

Fuente/Source: Diana Gabaldon


Fuente/Source: http://galakostroma.com/en/flowers/666-sunflower-and-butterfly.html
 


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Brianna no podía decidirse si pintar a Angelina Brumby era como intentar cazar una mariposa sin una red, o como esperar toda la noche en un pozo aguardando que alguna especie de bestia salvaje apareciera un segundo en el cual pudieras, con suerte, tomarle una foto.

"Lo que hubiera dado por mi Nikon ahora mismo...." murmuró. Hoy era el primer día del cabello. Angelina había pasado cerca de dos horas en las manos del peluquero más popular de Savannah, de la que había salido bajo la nube de unos rizos y tirabuzones cuidadosamente esculpidos, bien empolvados y decorados con docenas de brillantes pinchados al azar. La construcción completa era tan amplia que daba la impresión de que Angelina llevaba consigo su propia tormenta, completada con brillantes flashes.

La visión hizo sonreír a Brianna; y Angelina, que había estado algo aprensiva, se animó.

"¿Le gusta?" preguntó esperanzada tocando suavemente su cabeza.

"Me gusta" dijo Bree. "Déjeme que...." Como Angelina era incapaz de mirar lo suficiente hacia abajo, estaba apunto de chocar con la pequeña plataforma en la que estaba colocada la silla de modelo.

Una vez sentada, Angelina recuperó su habitual estado hablador y distraído, y siempre en movimiento, agitando las manos, girando la cabeza, entrecerrando los ojos, con constantes preguntas y especulaciones. Pero aunque fuera difícil capturarla en el lienzo, también era encantadora para ser observada, y Bree se debatía constantemente entre la exasperación y la fascinación, intentando captar algo de la alegre mariposa sin tener que clavarle un alfiler en el pecho para hacer que se estuviera quieta durante cinco minutos.

Sin embargo, había tenido un par de días para tratar con Angelina, y había puesto un jarrón con los últimos girasoles sobre la mesa, con instrucciones firmes de que Angelina debía fijar sus ojos allí y contar los pétalos. Más tarde cambió a un reloj de arena de dos minutos y le exigió a su empleadora que no hablara o se moviera hasta que el reloj se hubiera agotado.


5 de junio de 2017

#DailyLine (ADELANTO) Libro 9: Savannah. Retrato. [SPOILERS]

Fuente/Source: Diana Gabaldon 




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"¿E....as...trabjado n m bca?" dijo la Sra. Brumby moviendo los labios lo mínimo posible, por si acaso.

"No, puede hablar," le aseguró Brianna reprimiendo una sonrisa. "Aunque no mueva sus manos."

"¡Oh, por supuesto!" La mano que había subido inconscientemente para ahuecar sus rizos abundantemente marcados cayó como una piedra en su regazo, y ahogó una ristia. "¿Debo decirle a Heike que me dé mi tentempié? La oigo acercarse."

Heike pesaba como un quintal de piedras y se la podía oír llegar mucho antes de que apareciera, los tacones de madera de sus zapatos golpeaban las desnudas baldosas del vestíbulo como un tambor.

"Tengo que vestir ese suelo," dijo Bree sin darse cuenta que lo había dicho en voz alta hasta que Angelina se rió.

"Oh, sí," dijo. "Quería decirle que el Sr. Brumby dice que prefiere las piñas, y que si sería posible que estuviera listo para el miércoles. Quiere ofrecer una gran cena para el Coronel Campbell y su séquito. Como gratitud, ya sabe, por su galante defensa de la ciudad." Dudó, tocando sus labios con su pequeña y rosada lengua. "¿Piensa....er.... no quiero ser.....?"

Briana dio un brochazo precipitado, una raya de rosa pálido captando el brillo de la luz en la redondez del delicado antebrazo de Angelina.

"No se preocupe," dijo sin prestarle atención. "No mueva los dedos."

"¡No, no!" dijo Angelina moviendo los dedos con culpabilidad y luego intentando recordar cómo estaban colocados.

"Eso está bien, ¡no se mueva!"

Angelina se quedó congelada, y Bree captó la sombra entre los dedos mientras Heike aparecía. Para su sorpresa, no venía acompañada del tintineo de las cosas del té ni el olor del pastel que había olido horneándose esta mañana mientras se vestía.

"¿Qué sucede?" La Sra. Brumby estaba sentada rígida y aunque le había dado permiso para hablar, mantenía la mirada fija en el jarrón de flores que Brianna le había indicado para mantener la mirada. "¿Dónde está nuestro té de la mañana?"

"_Ist ein Mann_" informó Heike a su señora, bajando la voz para evitar ser escuchada.

"¿Alguien en la entrada, quieres decir?" Angelina dirigió una mirada curiosa a la puerta del estudio antes de volver sus ojos al foco. "¿Qué tipo de hombre?"

Heike apretó los labios y señaló con la cabeza a Brianna.

"_Ein Soldat. Er will sie sehen_"

"¿Un soldado?" Angelina relajó la postura y miró a Brianna sorprendida. "¿Y quiere ver a la Sra. MacKenzie?¿Estás segura, Heike? ¿No crees que quizás quiere ver al Sr. Brumby?"


A Heike le gustaba su joven señora por lo que evitó poner los ojos en blanco, en su lugar señaló nuevamente a Bree con la cabeza.

"A ella," dijo en inglés. "_Er sagte, die_ Lay-dee Pain-ter." Unió sus manos bajo el delantal y esperó con paciencia más instrucciones.

"Oh," Angelina estaba completamente perdida y había perdido toda la pose.

"¿Puedo ir y hablar con él?" preguntó Bree. Metió su pincel en trementina y lo envolvió en un trozo de paño húmedo.

"Oh, no, tráelo aquí, Heike." Claramente Angelina quería saber de qué iba todo esto. Y además,pensó Bree con una sonrisa interna, viendo cómo Angelina se arreglaba el pelo, deseaba ser vista posando para un retrato.

El soldado en cuestión resultó ser un hombre muy joven con el uniforme Continental. Angelina jadeó al verle y dejó caer el guante que sostenía en su mano izquierda.

"¿Quién es usted, señor?" preguntó, sentándose tan erguida como pudo. "¿Y cómo ha llegado hasta aquí si puedo preguntar?"

"A su servicio, señora," contestó el joven. "y al suyo, señora," dijo girándose hacia Brianna. Sacó una nota sellada del pecho de su abrigo y se inclinó ante ella. "¿Puedo tomarme la libertad de preguntarle si es la señora de Roger MacKenzie?"

Se sentía como si hubiera caído abruptamente en un abismo glacial, helada. Memorias confusas de telegramas amarillos vistos en películas de guerra, la amenaza del asedio, y ¿dónde estaba él?