La publicación origina en inglés se encuentra en la página de Facebook de Diana Gabaldon.
Traducción: Patricia Ransom.
#moby #durastareasdomésticas
Encontré a Henri-Christian en la calle, jugando con las 2 niñas pequeñas Phillip.
Los Phillip tenían diez niños, e incluso Henri-Christian podía colarse en su casa sin que se dieran cuenta.
Algunos padres mantenían a sus niños alejados de Henri-Christian, por el miedo de que el enanismo se pudiera contagiar, suponía, o por la superstición popular de que su apariencia era el resultado de que su madre hubiera fornicado con el diablo. Lo había escuchado en alguna ocasión, aunque el vecindario sabía de sobra que estos comentarios no debían llegar a los oídos de Jamie, Fergus, Ian y Germain.
Los Phillip eran judíos, y aparentemente sentían afinidad por una persona que estuviera apartada debido a sus diferencias; Henri-Christian era siempre bienvenido en su casa, y ese era el primer lugar donde pensé buscarle. Su criada para todo asintió cuando le pedí que alguno de los chicos mayores le acompañaran a casa más tarde, y siguió con su colada, era el día de lavado en toda Filadelpía, y la humedad de la atmósfera se agravaba por la cantidad de barreños humeantes alrededor de todo el vecindario, llenando el ambiente con el hedor de la sosa para lavado.
Volví rápidamente a la imprenta para contarle a Marsali donde estaba Henri-Christian, y aliviarla de sus temores, me puse mi sombrero de ala ancha y le comenté mi intención de ir a comprar pescado para la cena. Marsali y Jenny, pertrechadas cada una con una horquilla/tenedor para la ropa y una tabla de lavado, me miraron de forma acusadora, ambas sabían lo mucho que me disgustaba lavar, y no dijeron nada.
Quizás podría tender la colada, pero alivió mi conciencia pensar que el pescado sería una cena fácil para un día de lavado. Y lo más importante, tenía que hablar con Jamie, bien lejos de la imprenta.
Encontré a Henri-Christian en la calle, jugando con las 2 niñas pequeñas Phillip.
Los Phillip tenían diez niños, e incluso Henri-Christian podía colarse en su casa sin que se dieran cuenta.
Algunos padres mantenían a sus niños alejados de Henri-Christian, por el miedo de que el enanismo se pudiera contagiar, suponía, o por la superstición popular de que su apariencia era el resultado de que su madre hubiera fornicado con el diablo. Lo había escuchado en alguna ocasión, aunque el vecindario sabía de sobra que estos comentarios no debían llegar a los oídos de Jamie, Fergus, Ian y Germain.
Los Phillip eran judíos, y aparentemente sentían afinidad por una persona que estuviera apartada debido a sus diferencias; Henri-Christian era siempre bienvenido en su casa, y ese era el primer lugar donde pensé buscarle. Su criada para todo asintió cuando le pedí que alguno de los chicos mayores le acompañaran a casa más tarde, y siguió con su colada, era el día de lavado en toda Filadelpía, y la humedad de la atmósfera se agravaba por la cantidad de barreños humeantes alrededor de todo el vecindario, llenando el ambiente con el hedor de la sosa para lavado.
Volví rápidamente a la imprenta para contarle a Marsali donde estaba Henri-Christian, y aliviarla de sus temores, me puse mi sombrero de ala ancha y le comenté mi intención de ir a comprar pescado para la cena. Marsali y Jenny, pertrechadas cada una con una horquilla/tenedor para la ropa y una tabla de lavado, me miraron de forma acusadora, ambas sabían lo mucho que me disgustaba lavar, y no dijeron nada.
Quizás podría tender la colada, pero alivió mi conciencia pensar que el pescado sería una cena fácil para un día de lavado. Y lo más importante, tenía que hablar con Jamie, bien lejos de la imprenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario