3 de abril de 2014

Adelanto de "Written in My Own Heart's Blood" (Octavo Libro)

La publicación original en inglés se encuentra en la página de Facebook de Diana Gabaldon. 
Traducción: Patricia Ransom.
 
 


Cenaron esa noche en un pequeño lugar cerca de la costa, el aire estaba impregnado por los deliciosos aromas del pescado asado, anguilas en salsa de vino y calamares pequeños, enteros y crujientes con el rebozado de harina de maíz. John inhaló profundamente con placer, le señaló a Dottie un taburete y se sentó, disfrutando del momento de indecisión gustativa.

"Es ese momento en el que puedes imaginar de forma convincente la deliciosa perspectiva de que puedes comer todo lo que te ofrece el establecimiento" le dijo a Dottie. "Sin pensar momentáneamente que el estómago tiene una capacidad limitada, y por lo tanto, por desgracia, uno tiene que decidir al final."

Dottie parecía dudar, pero al final olió la atmósfera profundamente, al aroma del pesado asado se le unió el de un gran pan y un plato con mantequilla con un trébol de cuatro hojas- ese era el nombre del establecimiento- estampado en su aceitosa superficie, que una camarera portaba.

"!Oh, eso huele maravilloso!" dijo ella con la cara iluminada "¿Puedo tomarlo, por favor? ¿Y un vaso de sidra?"

Él se alegró de verla morder el pan con avidez y aspirar profundamente el olor de la sidra - que era lo suficientemente aromática para tapar el olor incluso de los calamares, que había sido, a regañadientes, su decisión final, con una docena de ostras sin concha para terminar de rellenar los huecos. Dottie había elegido una merluza asada, aunque hasta ahora solo la había picoteado.

"Bajé al puerto esta tarde mientras descansabas" dijo él, tomando un trozo de pan para contrarrestar el rábano picante rallado mezclado con la sal de las ostras. "Pregunté, y encontré dos o tres pequeñas embarcaciones cuyos propietarios no son contrarios a un viaje rápido."

"¿Cómo de rápido?" preguntó ella con cautela

"Son un poco más de cien millas por agua" dijo él, encogiéndose de hombros en lo que esperaba fuera una manera casual. "Quizás dos días, con buen viento y buen tiempo."

"Mmmm" Dottie lanzó una mirada escéptica a la ventana cerrada. Las hojas temblaban por las ráfagas de lluvia y viento. "Es Octubre, tío John. El clima es claramente impredecible."

"¿Cómo lo sabes? Señora - ¿podría tomar un poco más de vinagre para el calamar?" La esposa del propietario asintió encantada y él repitió "¿Cómo lo sabes?"

"El hijo de nuestra casera es pescador. Y también su marido. Murió en un vendaval- el pasado Octubre" terminó dulcemente y se metió el último trozo de pan en la boca.

"Tanta prudencia aprensiva no es propia de ti, Dottie" remarcó él, aceptando la botella de vinagre de la propietaria y regó sus calamares crujientes. "Oh, Dios" dijó el masticando, "Ambrosia. Toma uno." Pinchó uno con su tenedor y se lo pasó a ella.

"Sí. Bueno....." ella miró el tenedor con una falta total de entusiasmo "¿Cuánto se tarda en viajar por tierra?"
"Quizás cuatro o cinco días. Y de nuevo, con buen tiempo."

Ella suspiró, se llevó el calamar a la boca, vaciló, y luego con el aire de un gladiador romano que se enfrenta a un cocodrilo en la arena, lo metió en la boca y masticó. Se puso pálida.

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