Fuente/Original Source: John Doyle para The Globe and Mail
Outlander. Neil Davidson para Sony Pictures Television |
Las incongruencias de Outlander se han apilado, episodio tras episodio, en la primera temporada de la serie de TV. Lo que aparenta ortodoxo se vuelve poco convencional. Ahora, llegando al final de la temporada, las convenciones románticas de este drama están siendo dadas vuelta en un inesperado revés en cuestiones de sexo, sadismo, amor y redención.
Desde el comienzo, la serie de TV Outlander y la fuente del material, los libros de Diana Gabaldon, han sido una yesquera de discomformidad empacada en un paquete que aparenta ordinario. El paquete es el esquema de la dama en problemas, la mujer en peligro. Primero, consentimos a la premisa. En 1945, Claire (Caitriona Balfe), una enfermera endurecida y maltratada por sus experiencias durante la Segunda Guerra Mundial, es transportada al pasado a 1743 por un antiguo círculo de piedras en Escocia, todo esto durante su luna de miel.
Ella está, por lo tanto, en peligro, y atemorizada. Durante la conclusión de la primera hora del episodio 1, la voz en off de Claire dice esto: "Había sido atacada, secuestrada, y casi violada, y de alguna manera, sabía que esto era solo el comienzo."
Entonces, se introduce el "molde", de una mujer "atacada, secuestrada y casi violada", pero los libros de Gabaldon recuperan este territorio de mujer en peligro para los lectores del sexo femenino. Es Claire quién tiene el control de sus relaciones con los hombres que la rodean, en particular con Jamie (Sam Heughan), el duro pero ingenuo joven con quién es obligada a casarse para sobrevivir en el nuevo mundo en el que se encuentra inmersa. Mientras que el toque de feminismo es evidente en Outlander -Claire es la que enseña, sexualmente agresiva y de lengua filosa- hay una pizca de la profundidad del tema de Gabaldon en el matrimonio en sí mismo. Es sobre supervivencia, como lo son todos los matrimonios, cuando se les despoja del romance y las convenciones sociales.
Sin embargo, en los episodios finales de esta temporada, el giro de lo tradicional se ha vuelto mordaz. Mucho del dinamismo de la historia ha sido anclado en la brutal batalla de ingenio entre Jamie y Claire, y el capitán de los Casacas Rojas "Black Jack" Randall, interpretado por Tobías Menzies, quién también interpreta al cariñoso marido, Frank, a quién Claire a dejado atrás en 1945. Randall es, de hecho, un ancestro del bonachón Frank. La sugerencia subyacente de todo esto es muy sombría -el hombre con quién se ha casado Claire está arraigado a una tradición ancestral de barbarie. ¿Qué mujer conoce, exactamente, todas las facetas del hombre con el que se ha casado?
En el episodio más reciente, y en el final que veremos este fin de semana, esta dinámica se ha vuelto profundamente perturbadora. En el penúltimo episodio, se volvió espantosamente claro que el blanco de Jack Randall era en realidad Jamie. Randall propició una extensiva tortura, y violación, al joven hombre. Fue crudo, duro de mirar, este perverso sadismo, y realizado con alarmante poder por parte de los actores.
El sadismo sexual que es inflingido a las mujeres, en la narrativa usual, fue propiciado al personaje principal masculino. En el episodio final (116), el cuál he visto, pero no lo revelaré en su totalidad aquí, las repercusiones de la violación masculina se despliegan con poder feroz. Lo que ocurre a Randall tiene una simpleza casual, pero una enorme fuerza simbólica. De la misma manera en que vemos presente a esa misma fuerza, cuando vemos a Claire por primera vez, con pantalones, botas y camisa, con sus brazos cruzados y la mirada resuelta.
Lo que importa, alejándonos de la historia, es que la víctima -Jamie revive la salvaje violación en su mente- es hombre, y la persona que se ocupa de sanarlo y a la vez está paralizada y es de carácter duro, es una mujer. Todas las asunciones acerca del poder, sanación, violencia y socorro son questionadas. Balfe como Claire es extremadamente buena, y ella lo ha sido durante toda la serie. Pero el trabajo de Heughan, como la víctima de la violación, en agonía física y psicológica, es asombroso. Ambos, Heughan y Balfe, merecen gran cantidad de premios.
Vivimos en una época rara, época de frenesí de los medios de comunicación y una anticipación candente de cultura pop sobre el re-lanzamiento de "La Mujer Maravilla", esa poderosa creación de un libro de comics, que pronto se convertirá en la heroína de una película de Hollywood de alto presupuesto. Es visto como importante y significativo, esta super heroína. Pero muchas de esas asunciones de mujeres al poder siendo llevadas a cabo por una heroína de un comic emanan esencialmente de una callada cultura popular, un escapismo que ahora a sido reducido a algo infantil.
Para complejidad, para el desafío de las normas y el cuestionamiento de la narrativa del patriarcado, podemos mirar a Outlander. Esta instancia específica de un fenómeno de cultura pop es rara, tiene una super heroína para los siglos de los siglos, y es una furiosa e inflamable historia de amor con la clase más extraña de poder inquietante.
Yo añadiría que no sólo Heughan y Balfe merecen gran cantidad de premios, Menzies también. Su interpretación de Jack Randall es memorable, su personaje quedará para siempre como uno de los malvados mejor llevados a la pantalla, comparable con Anthony Hopkins interpretando a Hannibal Lecter.
ResponderEliminarMenzies es bueno, muy bueno, pero a mi me recuerda a De Niro en mucho de sus gestos.
ResponderEliminarEn la escena de la despedida de Claire y Jaime en el capítulo 1.15 es desgarrador el sufrimiento de la pareja. Tanto Cait, como Sam están soberbios.