Fuente/Source: Carie Little Hersh para relevANTH
Traducción: Rosana Ardanaz Arranz
El tío Lamb, en la serie de televisión OUTLANDER. La mano de la niña es de Claire. |
He estado ausente de mis blogs durante una temporada, principalmente por dos razones: la primera, porque he lanzado un podcast público de antropología, Antropóloga en la calle, que me ha servido como una excusa fabulosa para pasarme horas hablando con antropólogos brillantes y a menudo divertidos, y obligarles a explicar por qué su trabajo es importante. Es como la universidad gratis, pero con menos exámenes y resacas por el alcohol.
La segunda razón es porque he descubierto recientemente la serie Outlander de Diana Gabaldon. Ocho libros y 7.500 páginas más tarde, un día levanté la cabeza y me di cuenta de que a mis hijos se les había quedado la ropa pequeña y que habían empezado a comer césped, ya que su madre no había comprado nada en el súper porque SU MADRE ESTABA LEYENDO. Después de alimentar a mis polluelos y volver a inscribirles en el colegio, obligué a mi marido a ver la serie de Starz. Ahora se pasea por casa diciendo cosas como: “no tengo ni idea, Sassenach” y planeando un viaje familiar a Escocia.
Entre los fans es una pregunta muy normal el por qué somos tan…bueno….fanáticos. Los mismos libros son imposibles de catalogar. Son ficción histórica, romance, historia natural, misterio y ciencia ficción. La historia comienza (y sí, aquí vienen pequeños spoilers) con una enfermera inglesa en la Segunda Guerra Mundial, Claire, que está de vacaciones después de la guerra con su marido en las Tierras Altas de Escocia cuando atraviesa un círculo de piedras y aparece en 1743. Claire se las bandea como puede en el pasado, intentando sobrevivir encontronazos con los casacas rojas británicos y su terrible mezcla de barbarismo civilizado, así como con los clanes escoceses, jerárquicos, brutales y sin embargo en cierta manera más humanos. Por el camino desarrolla una relación romántica con un joven Lord, Jamie, cuyo carácter se ha convertido en el del hombre perfecto en la imaginación de millones de mujeres (y muchos hombres).
La segunda razón es porque he descubierto recientemente la serie Outlander de Diana Gabaldon. Ocho libros y 7.500 páginas más tarde, un día levanté la cabeza y me di cuenta de que a mis hijos se les había quedado la ropa pequeña y que habían empezado a comer césped, ya que su madre no había comprado nada en el súper porque SU MADRE ESTABA LEYENDO. Después de alimentar a mis polluelos y volver a inscribirles en el colegio, obligué a mi marido a ver la serie de Starz. Ahora se pasea por casa diciendo cosas como: “no tengo ni idea, Sassenach” y planeando un viaje familiar a Escocia.
Entre los fans es una pregunta muy normal el por qué somos tan…bueno….fanáticos. Los mismos libros son imposibles de catalogar. Son ficción histórica, romance, historia natural, misterio y ciencia ficción. La historia comienza (y sí, aquí vienen pequeños spoilers) con una enfermera inglesa en la Segunda Guerra Mundial, Claire, que está de vacaciones después de la guerra con su marido en las Tierras Altas de Escocia cuando atraviesa un círculo de piedras y aparece en 1743. Claire se las bandea como puede en el pasado, intentando sobrevivir encontronazos con los casacas rojas británicos y su terrible mezcla de barbarismo civilizado, así como con los clanes escoceses, jerárquicos, brutales y sin embargo en cierta manera más humanos. Por el camino desarrolla una relación romántica con un joven Lord, Jamie, cuyo carácter se ha convertido en el del hombre perfecto en la imaginación de millones de mujeres (y muchos hombres).
La serie de TV es tan entretenida y dinámica como la saga de los libros, y consigue capturar la mayor parte de la complejidad, junto con algunos de los mejores diálogos, de las novelas. La excepcional réplica del detalle histórico y la elección de dos actores magníficos para representar a los personajes de Claire y Jamie no han hecho sino incrementar la obsesión de los fans.
¿Pero por qué? No puede ser que sea todo cuestión del culo de Sam Heughan (aunque deba ser considerado un tesoro nacional). En la Enciclopedia para la saga Forastera, la autora, Diana Gabaldon, cuenta que “con mucha diferencia, el elemento común que la gente disfruta más en los libros son simplemente los personajes; a los lectores les interesan estas personas, las quieren, y desean saber más sobre ellas”. No hay duda de que Gabaldon es una contadora de historias de talla épica, y sus personajes viven y respiran en sus kilts y corsés.
Pero las historias tienen que conectar con elementos culturales y sociales para que sean interesantes, y Gabaldon lo hace tan bien como si fuera una antropóloga. Así que aquí va mi opinión sobre por qué, para tantos de nosotros, la serie Outlander es tan importante en este momento:
En un tiempo en el que estamos reescribiendo las políticas de género, viajando por el globo a la velocidad de Skype y luchando por mantenernos a flote en un mundo que se ha vuelto loco, los libros de la saga Forastera nos dan algo para reflexionar, nos proporcionan una especie de mapa de carreteras para nuestro paisaje moderno.
¿Pero por qué? No puede ser que sea todo cuestión del culo de Sam Heughan (aunque deba ser considerado un tesoro nacional). En la Enciclopedia para la saga Forastera, la autora, Diana Gabaldon, cuenta que “con mucha diferencia, el elemento común que la gente disfruta más en los libros son simplemente los personajes; a los lectores les interesan estas personas, las quieren, y desean saber más sobre ellas”. No hay duda de que Gabaldon es una contadora de historias de talla épica, y sus personajes viven y respiran en sus kilts y corsés.
Pero las historias tienen que conectar con elementos culturales y sociales para que sean interesantes, y Gabaldon lo hace tan bien como si fuera una antropóloga. Así que aquí va mi opinión sobre por qué, para tantos de nosotros, la serie Outlander es tan importante en este momento:
En un tiempo en el que estamos reescribiendo las políticas de género, viajando por el globo a la velocidad de Skype y luchando por mantenernos a flote en un mundo que se ha vuelto loco, los libros de la saga Forastera nos dan algo para reflexionar, nos proporcionan una especie de mapa de carreteras para nuestro paisaje moderno.
ME TOO, CLAIRE, #ME TOO
Desde su primera página, Outlander es una serie sobre una mujer moderna en tiempos no modernos. Empieza en la década de 1940 y salta a la de 1740, y luego pasa de la década de 1730 a la de 1980, y va de la lucha por ser respetada mientras te dan pellizcos en el culo y temes en general por tu vida y tu seguridad. Va de saber más que todos los que te rodean, pero aun así tener que asumir el rol de menor perpetuo, a merced de la disciplina de tu marido, tu señor o tu padre.
En el sexto libro, Viento y Ceniza, Claire conoce a otro viajero en el tiempo que se le acerca después de haber oído su juramento anacrónico favorito, aunque le dice que ya la había reconocido como alguien fuera de su tiempo antes de su referencia a un futuro presidente norteamericano:
-Supe quién eras…incluso antes de que dijeras “Jesús, Roosevelt y Cristo”.
-¿Qué demonios quieres decir con eso? Le pregunté secamente
-No actúas como si tuvieras miedo de los hombres. La mayoría de las mujeres de este tiempo sí lo hacen. Deberías parecer más cohibida.
Su consejo, que seguramente la ayudaría a evitar (todavía más) ataques y abusos, cae en oídos sordos. Claire no está dispuesta a ser menos de lo que es, a pesar de las consecuencias.
Claire y su hija Brianna son muy buenas en las profesiones que han elegido, pero se enfrentan a la inmensa tarea, que a menudo pone en peligro sus vidas, de tener que probarse a sí mismas repetidamente. Ya sea en la década de los 70 del siglo XVIII en Carolina del Norte, en los años 50 del siglo XX en Boston o en los años 80 del siglo XX en Escocia, las mujeres muestran sus capacidades, lo que a menudo solo consigue avivar la ira de los hombres que intentan ponerlas en su sitio. Es la experiencia reflejada en las vidas de tantas mujeres políticas, policías, actrices, cirujanas y mujeres de negocios hoy en día. Es el movimiento me#too antes de que se inventara Twitter.
Pero las mujeres de Outlander no están dispuestas a aceptarlo. Y lo que es más importante, tampoco los hombres que las rodean.
Lo que nos lleva a…
-Supe quién eras…incluso antes de que dijeras “Jesús, Roosevelt y Cristo”.
-¿Qué demonios quieres decir con eso? Le pregunté secamente
-No actúas como si tuvieras miedo de los hombres. La mayoría de las mujeres de este tiempo sí lo hacen. Deberías parecer más cohibida.
Su consejo, que seguramente la ayudaría a evitar (todavía más) ataques y abusos, cae en oídos sordos. Claire no está dispuesta a ser menos de lo que es, a pesar de las consecuencias.
Claire y su hija Brianna son muy buenas en las profesiones que han elegido, pero se enfrentan a la inmensa tarea, que a menudo pone en peligro sus vidas, de tener que probarse a sí mismas repetidamente. Ya sea en la década de los 70 del siglo XVIII en Carolina del Norte, en los años 50 del siglo XX en Boston o en los años 80 del siglo XX en Escocia, las mujeres muestran sus capacidades, lo que a menudo solo consigue avivar la ira de los hombres que intentan ponerlas en su sitio. Es la experiencia reflejada en las vidas de tantas mujeres políticas, policías, actrices, cirujanas y mujeres de negocios hoy en día. Es el movimiento me#too antes de que se inventara Twitter.
Pero las mujeres de Outlander no están dispuestas a aceptarlo. Y lo que es más importante, tampoco los hombres que las rodean.
Lo que nos lleva a…
JAMIE (EMOTICONO CON CORAZONES EN LOS OJOS) FRASER, EL REY DE LOS HOMBRES
El productor de la serie de TV Outlander, Ron Moore, se refirió al personaje de Jamie Fraser como “el rey de los hombres”, y está claro por qué. Es un fenómeno. Alto, guapo, heroico, increíblemente competente cazando, llevando su granja, luchando, conversando en lenguas extranjeras como un nativo, construyendo casas con sus manos desnudas y un hacha, citando a autores desde Ovidio a John Done de memoria, colándose por una ventana de un bien defendido fuerte inglés para rescatar a su mujer de un sádico casaca roja…lo que Jamie no puede hacer es porque no merece la pena hacerse. Pero todo esto me aburriría de puro irrealismo si Jamie no fuera también empático, divertido, emocionalmente alerta y lo suficientemente imperfecto como para que su relación con Claire esté siempre evolucionando.
“No es que las mujeres sean el sexo débil, es que las mujeres son el sexo más vulnerable”.
Claire y Jamie, la pareja principal en la saga, son heterosexuales, y son cisgénero (es decir, que su identidad de género coincide con el sexo que les fue asignado en su nacimiento, por contraposición a los transgénero); y en principio, acordes a la cultura occidental tradicional en su repartición de roles por género. Pero, de hecho, –como todos nosotros- están constantemente negociando su masculinidad, su feminidad, su imagen pública y sus roles en la relación que mantienen. Lo que les hace únicos es que se aceptan el uno al otro de forma completa.
La serie de TV comete lo que yo considero un grave error al intentar incrementar la tensión haciendo, por ejemplo, que Jamie muestre cierto resentimiento por el trabajo de Claire en un hospital en la T2. No solo esta tensión está ausente en los libros, sino que más tarde, sin embargo, en la serie, Jamie está preocupado cuando se mudan a un lugar remoto por la posibilidad de que Claire no tenga nada interesante que hacer que la haga feliz.
Los libros son increíblemente románticos, y Jamie se establece desde el principio como el protagonista masculino absoluto, pero Gabaldon reescribe el típico héroe-rescata-a la doncella de forma inesperada. Jamie sí rescata a Claire. Una y otra vez. Pero no lo hace para defender su virtud (bueno, casi nunca. Es un escocés del siglo XVIII, así que es un poco complicado). La mayoría de las veces defiende lo que ella es.
La franqueza de Claire, su actitud irreverente y en general su falta de sumisión la pone una y otra vez en peligro, y Jamie la salva (a veces de forma tan dramática que se te para el corazón). Pero Gabaldon no le hace a Jamie salvar a Claire de un hombre malo solo para devolverla a los brazos de uno bueno; por el contrario, él es su aliado, y la protege de las expectativas y las reacciones de la sociedad, incluso aunque el preferiría que fuera un poco menos rebelde por su propia seguridad.
Un ejemplo de esta dinámica se ve en los libros 5 y 6 cuando Claire se niega a llevar una cofia, que es el símbolo de la modestia y que marca la respetabilidad de una mujer mayor. Cuando se está recobrando de una terrible enfermedad, alguien que la cuida, con buena intención (alguien que está siempre intentando convencerla de que se cubra la cabeza decentemente) le afeita la cabeza. Claire está horrorizada por su aspecto y Jamie le pregunta tentativamente si no le gustaría ponerse una cofia. Ella, obstinadamente, se niega a que las circunstancias manden sobre su decisión de no llevarla, y Jamie se queda muy aliviado, porque lo considera un signo de que se ha recuperado y vuelve a ser la de siempre. Él sabe quién es ella, le gusta, a veces se lamenta, pero moriría por proteger esa manera de ser.
Jamie tiene con ello una tarea bien difícil, porque la misma existencia de Claire es un reto a las normas culturales de género, no importa donde vaya. Al enfurecer a hombres poderosos con su insistencia en decir la verdad alto y claro y su negativa a achantarse, Claire se convierte en blanco de violencia por parte de los soldados británicos, aristócratas franceses y colonos americanos. Y ahí está lo interesante: el héroe rescata a la doncella, no porque no se pueda salvar ella misma, sino porque el peso de la estructura social misógina es demasiado para combatirla ella sola.
No es que las mujeres sean el sexo débil, es que las mujeres son el sexo más vulnerable.
La franqueza de Claire, su actitud irreverente y en general su falta de sumisión la pone una y otra vez en peligro, y Jamie la salva (a veces de forma tan dramática que se te para el corazón). Pero Gabaldon no le hace a Jamie salvar a Claire de un hombre malo solo para devolverla a los brazos de uno bueno; por el contrario, él es su aliado, y la protege de las expectativas y las reacciones de la sociedad, incluso aunque el preferiría que fuera un poco menos rebelde por su propia seguridad.
Un ejemplo de esta dinámica se ve en los libros 5 y 6 cuando Claire se niega a llevar una cofia, que es el símbolo de la modestia y que marca la respetabilidad de una mujer mayor. Cuando se está recobrando de una terrible enfermedad, alguien que la cuida, con buena intención (alguien que está siempre intentando convencerla de que se cubra la cabeza decentemente) le afeita la cabeza. Claire está horrorizada por su aspecto y Jamie le pregunta tentativamente si no le gustaría ponerse una cofia. Ella, obstinadamente, se niega a que las circunstancias manden sobre su decisión de no llevarla, y Jamie se queda muy aliviado, porque lo considera un signo de que se ha recuperado y vuelve a ser la de siempre. Él sabe quién es ella, le gusta, a veces se lamenta, pero moriría por proteger esa manera de ser.
Jamie tiene con ello una tarea bien difícil, porque la misma existencia de Claire es un reto a las normas culturales de género, no importa donde vaya. Al enfurecer a hombres poderosos con su insistencia en decir la verdad alto y claro y su negativa a achantarse, Claire se convierte en blanco de violencia por parte de los soldados británicos, aristócratas franceses y colonos americanos. Y ahí está lo interesante: el héroe rescata a la doncella, no porque no se pueda salvar ella misma, sino porque el peso de la estructura social misógina es demasiado para combatirla ella sola.
No es que las mujeres sean el sexo débil, es que las mujeres son el sexo más vulnerable.
CLAIRE, LA ANTROPÓLOGA INVOLUNTARIA
Quizá una de las principales razones por las que encuentro la historia de Claire tan fascinante es porque su ingenio y su curiosidad la colocan en el papel de antropóloga involuntaria. Me divierte, y no me sorprende, que su personaje fuera criado por un tío arqueólogo, que la arrastró de aquí para allá por todo el mundo en los años 20 y 30 del siglo XX, exponiéndola a multitud de culturas y formas de vida.
Como narradora, Claire hace que lo extraño nos parezca familiar, acompañándonos a través de la vida diaria de la Escocia, Francia, el Caribe y Norteamérica del siglo XVIII. Muy a menudo cuando leemos historia, vemos que está escrita de forma que se centra en los Grandes Acontecimientos de Gente Importante, pero la obra de Gabaldon, aunque ficción, es también muy etnográfica. Escribió en la Enciclopedia para la saga Forastera que, tras años de recibir información por parte de los fans, un elemento que sobresale es que “muchos de ellos disfrutan de la sensación de ‘estar ahí’; la experiencia indirecta de otro lugar y otro tiempo” (ha hecho esto tan bien, junto con los productores de la serie de TV, que Escocia está siendo inundada actualmente por turistas del mundo Outlander).
Esto es precisamente lo que Clifford Geertz dijo que los antropólogos deberían mostrar cuando escriben sobre sus experiencias etnográficas: una sensación de “Estar Ahí”. Los antropólogos culturales frecuentemente describen nuestro trabajo como exactamente lo que hace Claire: sumergirnos en lo extraño hasta que se convierte en familiar, y a continuación trasladar esa perspectiva interna a una perspectiva externa para que otros puedan también entenderlo.
Gabaldon consigue como nadie acompañarnos a través de los aspectos más sorprendentes de la etnografía en un lugar extraño: ¿Cuál es el olor de este nuevo lugar? ¿Qué usa la gente como papel higiénico? ¿Cómo consigues mantener una higiene básica? ¿Qué comes cuando no hay un supermercado cerca? Cuando las mujeres te invitan a que empapes lana con orina caliente, ¿qué has de hacer? ¿Cómo puedes evitar ser quemada en la hoguera por brujería cuando literalmente no tienes ni idea de lo que está pasando?
La parte más negativa del trabajo etnográfico es que a menudo provoca que los antropólogos se cuestionen sus propias prácticas culturales. A medida en que Claire se introduce más y más en la vida diaria, comienza a ver las normas culturales de su familia a través de los ojos de los demás, y por tanto a considerarlas, como mínimo, extrañas. Cuando visita París, está encantada de depilarse las piernas y las axilas, e incluso dice “es la primera vez que me siento totalmente limpia desde hace meses”. La conversación posterior con un Jamie aturdido y desconcertado es muy divertida, cuando se da cuenta de que está ofendido y horrorizado por sus explicaciones de por qué ha querido hacer algo tan poco natural. La serie de TV se lo toma más a la ligera, y Claire llega incluso a depilarse el pubis, lo cual Jamie considera inusual pero interesante. Pero en el libro, Atrapada en el tiempo, queda claro que Jamie está experimentando un shock cultural, y que le parece fatal (así lo dice) que una mujer quiera parecerse a una “chiquilla”.
Claire experimenta incluso la enfermedad más común de los etnógrafos: el shock cultural inverso. Al volver al siglo XX, le supera el ruido, la tecnología intrusiva y a veces innecesaria y el aislamiento de la vida familiar.
Pero no importa donde esté, Claire vive en el mundo del antropólogo de estar simultáneamente dentro y fuera. Se adapta al caos y a la diferencia de cada tiempo y lugar, empatizando completamente con la gente que la rodea en su vida, y al mismo tiempo no encajando del todo con ella. Los comportamientos culturales inusuales de Claire y su increíble poder de observación la separan de los demás una vez tras otra, como la bruja, la Dama Blanca, la Forastera, la vieja, la antropóloga.
Claire experimenta incluso la enfermedad más común de los etnógrafos: el shock cultural inverso. Al volver al siglo XX, le supera el ruido, la tecnología intrusiva y a veces innecesaria y el aislamiento de la vida familiar.
Pero no importa donde esté, Claire vive en el mundo del antropólogo de estar simultáneamente dentro y fuera. Se adapta al caos y a la diferencia de cada tiempo y lugar, empatizando completamente con la gente que la rodea en su vida, y al mismo tiempo no encajando del todo con ella. Los comportamientos culturales inusuales de Claire y su increíble poder de observación la separan de los demás una vez tras otra, como la bruja, la Dama Blanca, la Forastera, la vieja, la antropóloga.
REBELDE, REBELDE, ROMPISTE TU ENAGUA
Estar allí es increíble, pero ¿por qué queremos quedarnos? Por la misma razón por la que fuimos la Princesa Leia en Halloween tres años seguidos: a todos nos gusta una lucha justa contra el imperio del mal. A pesar de la herencia inglesa de Claire (que la marca desde el principio como una extranjera, y por tanto muy sospechosa, en la Escocia de las Tierras Altas), en el fondo es una expatriada nómada, llegando a abrazar la causa jacobita y luchando contra la injusta y cruel persecución del ejército británico.
Castillo de Midhope, más conocido para los fans de Outlander como Broch Tuarach, hogar de los Fraser |
A causa de estos vínculos, Claire intenta cambiar la historia, para salvar a la vieja Escocia de su inevitable destrucción por cualquier medio. Más tarde, mientras la historia progresa a través del tiempo y el lugar, su papel siempre se alinea con el anti imperialismo, el humanismo y la justicia, sean cuales sean las consecuencias personales que tenga para ella. Ya sea como la única mujer en la facultad de medicina (que se hace amiga del único estudiante negro), como médica en la revolución americana o en cualquier otra situación que implique un compromiso ético (¿Ha de comprar esclavos para liberarles, arriesgándose a que los vuelvan a capturar y les conviertan de nuevo en esclavos?, ¿Ha de advertir a los Cherokee del “Sendero de Lágrimas” que se va a producir, cuando no existe casi ninguna posibilidad de alterar el devastador futuro?), Claire se enfrenta a las realidades incómodas que otros prefieren ignorar.
Claire es un modelo sobre cómo vivir en tiempos difíciles. Su formación como enfermera de combate en la II Guerra Mundial siempre es aparente: no se puede salvar a todos, pero con suerte y mucho trabajo se puede salvar a la persona que tenemos enfrente. Su meta juvenil de cambiar el mundo se convierte en una vida más realista, más productiva, de trabajar sin descanso para cambiar la vida de la persona que tiene enfrente.
Es una mujer que ha visto lo peor de todo y que continúa sanando a otros, que ha perdido la fe y la ha recuperado otra vez, que se enfrenta al terror y permanece fiel a sí misma, y que
Simplemente. Sigue. Adelante.
Y Jamie es un modelo masculino que no se siente disminuido por el poder femenino. Sabe quién es, y sabe que hay espacio en el mundo para otros también. Es un líder porque nació así, pero se toma su deber muy seriamente, viviendo no para sí mismo, sino para aquellos que dependen de él.
Jamie es un hombre que ha visto lo peor de todo y que continúa haciendo reír a los demás, que ha caído en la oscuridad y que ha trepado hacia la salida con uñas y dientes, que controla su propio poder para proteger los poderes de los demás y que
Simplemente. Sigue. Adelante.
¿No son ellos la inspiración que necesitamos en este momento?
Claire es un modelo sobre cómo vivir en tiempos difíciles. Su formación como enfermera de combate en la II Guerra Mundial siempre es aparente: no se puede salvar a todos, pero con suerte y mucho trabajo se puede salvar a la persona que tenemos enfrente. Su meta juvenil de cambiar el mundo se convierte en una vida más realista, más productiva, de trabajar sin descanso para cambiar la vida de la persona que tiene enfrente.
Es una mujer que ha visto lo peor de todo y que continúa sanando a otros, que ha perdido la fe y la ha recuperado otra vez, que se enfrenta al terror y permanece fiel a sí misma, y que
Simplemente. Sigue. Adelante.
Y Jamie es un modelo masculino que no se siente disminuido por el poder femenino. Sabe quién es, y sabe que hay espacio en el mundo para otros también. Es un líder porque nació así, pero se toma su deber muy seriamente, viviendo no para sí mismo, sino para aquellos que dependen de él.
Jamie es un hombre que ha visto lo peor de todo y que continúa haciendo reír a los demás, que ha caído en la oscuridad y que ha trepado hacia la salida con uñas y dientes, que controla su propio poder para proteger los poderes de los demás y que
Simplemente. Sigue. Adelante.
¿No son ellos la inspiración que necesitamos en este momento?
En verdad es maravillosa la forma en que la autora del artículo ve mucho de lo que admiro de la serie, le puso palabras a lo que los fan vemos y amamos del libro y la serie, concuerdo con ella, ellos son los modelos que necesitamos
ResponderEliminarGenial artículo!!, gracias por traducirlo!!!.
ResponderEliminarEspectacular de principio a fin. Muchas gracias!!!!
ResponderEliminarMuy bien explicado, es asi tal cual. Jamie es un hombre muy hombre...los hombres ya no son así... Me encanta la forma en que describe la historia de claire y jamie, diana gabaldon, eres la mejor!!!
ResponderEliminarMe parece que esta super bien explicado��
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con esta señora. Es genial¡¡ Muchas gracias.
ResponderEliminarAnimo¡¡ se acerca Setiembre¡¡ se acerca la próxima entrega de Outlander¡¡ ( serie ), del libro 9, ni mu¡¡ Danos una alegría Diana¡¡.
WOW ES UNA GENIALIDAD DE ARTICULO Y MUY COMPLETO, MUY DE ACUERDO EN TODO Y FASCINADA CON LA SAGA EN LA SERIE COMO NO VERLA Y COMO DEJAR DE LEER LOS LIBROS.
ResponderEliminarMe a entusiasmado este artículo,es muy interesante y estoy de acuerdo con ella los libros empecé a leer el primero en 1991,y ya estoy deseando leer el noveno,la serie tarde un poco en verla porque me daba miedo, que me defraudará, y en cambio estoy tan enganchada como con los libros
ResponderEliminarGracias por compartir tan interesante nota, ella capta nuestros sentimientos de fans.
ResponderEliminarFascinante forma de interpretar una serie tan maravillosa. Sin duda los personajes son entrañables. Gracias.
ResponderEliminarMe encantó!,gracias por compartir la publicación es sin duda lo que muchos observamos en la serie ya espero con ansias la nueva temporada!
ResponderEliminar¡Excelente artículo! Jamie: ¡Es el rey de los hombres, indudablemente!
ResponderEliminarHace poco que empecé a leer los libros y voy ya por el quinto estoy completamente de acuerdo contigo, yo sería incapaz de decirlo tan claro como tu.
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