Fuente/Source: Diana Gabaldon
[Aquí tenemos a Jamie y Claire, sentados frente a una hoguera agonizante. Los MacKenzies acaban de llegar, y luego de una cena celebratoria, han ido colina abajo para pasar la noche en la cabaña. Jamie y Claire eligen permanecer, y extinguir el fuego, para luego dormir sobre una manta bajo las estrellas. Durante un tiempo conversan sobre lo que ha ocurrido, y sobre la maravilla de tener a su familia de nuevo a su lado. Pero, de la forma en que gente casada hace muchos años, la conversación se dobla en sí misma aquí y allá, con recuerdos.]
"...la noche en que concebimos a Faith."
Levanté la cabeza, sorprendida.
[Aquí tenemos a Jamie y Claire, sentados frente a una hoguera agonizante. Los MacKenzies acaban de llegar, y luego de una cena celebratoria, han ido colina abajo para pasar la noche en la cabaña. Jamie y Claire eligen permanecer, y extinguir el fuego, para luego dormir sobre una manta bajo las estrellas. Durante un tiempo conversan sobre lo que ha ocurrido, y sobre la maravilla de tener a su familia de nuevo a su lado. Pero, de la forma en que gente casada hace muchos años, la conversación se dobla en sí misma aquí y allá, con recuerdos.]
"...la noche en que concebimos a Faith."
Levanté la cabeza, sorprendida.
"¿Tú sabes cuándo fue concebida? Ni yo lo sé."
Su mano me acarició lentamente la espalda, sus dedos haciendo pequeñas pausas para frotar en círculos en la parte baja. Si yo hubiera sido un gato, hubiera movido la cola suavemente bajo sus narices.
"Sí, bueno. Supongo que me puedo equivocar, pero siempre pensé que había sido la noche en que fui hasta tu cama, en la abadía."
Por un momento, busqué a tientas entre los recuerdos. Ese momento en la abadía de St. Anne, donde él había estado a un paso de elegir su propia muerte, era uno de los recuerdos que raramente traía a mi. Fue un momento aterrador, de miedo y confusión, de angustia y desesperación. Y sin embargo, cuando miré hacia atrás, encontré un puñado de imágenes vívidas, que resaltaban como letras iluminadas en una página de latín antiguo.
El rostro del padre Anselmo, pálido a la luz de la vela, sus cálidos ojos llenos de compasión, y luego su creciente sensación de asombro al oír mi confesión. Las manos del abad, tocando la frente, los ojos, los labios y las palmas de las manos de Jamie, delicadas como el roce de un colibrí, ungiendo a su sobrino moribundo con el sacramento de Extremaunción. La quietud de la capilla a oscuras donde había rezado rogando por su vida, y donde mis plegarias habían sido escuchadas.
Y entre estos momentos, se encontraba la noche en que desperté del sueño para encontrarlo allí de pie, un pálido fantasma junto a mi cama, desnudo y helado, tan débil que apenas podía caminar, pero lleno una vez más de vida y una determinación terca que jamás en la vida volvería a dejarle.
"Entonces, ¿tú te acuerdas de ella?" Puse mi mano delicadamente sobre mi vientre, recordando. Jamie nunca la había visto, o sentido, más que patadas o empujes al azar dentro de mí.
Me besó brevemente la frente, y luego me miró a los ojos.
"Tú sabes que sí. ¿Verdad?"
"Sí, sólo deseaba que me contaras más."
"Oh, tengo toda la intención de hacerlo." Se acomodó sobre un hombro y me abrazó para que pudiéramos compartir su tartán.
"¿También recuerdas esto?" pregunté, acomodando el trozo de tartán con el que me había cubierto. "Cuando compartiste tu tartán conmigo, la noche en que nos conocimos."
"¿Para evitar que te helaras? Sí." Me besó la nuca. "El que estaba helado esa noche en la abadía era yo. Estaba exhausto por haber tratado de caminar, y tú no me dejabas comer nada, por lo que estaba muriendo de hambre, y..."
"¡Oh! ¡Tú sabes que eso no es cierto! Tú..."
"¿Yo sería capaz de mentirte, Sassenach?"
"Sí, por supuesto que lo harías," le dije. "Lo haces todo el tiempo. No importa eso ahora. Estabas helado y muerto de hambre, y de repente decides que en lugar de pedirle una manta o un cuenco con algo caliente al hermano Roger, tú debías salir a los tumbos, desnudo, por un oscuro pasillo de piedra, solo para meterte en la cama conmigo."
"Algunas cosas son más importantes que la comida, Sassenach." Su mano se acomodó firmemente en mi trasero. "Y averiguar si alguna vez sería capaz de volver a hacer el amor contigo, en ese momento, era más importante que nada. Supuse que si no era capaz de ello, saldría a caminar por la nieve para no regresar nunca más."
"Naturalmente, no se te ocurrió esperar al menos unas semanas más hasta que recuperaras las fuerzas."
"Bien, estaba casi seguro de que podría caminar esa distancia apoyándome en las paredes, y luego el resto lo iba a hacer acostado, entonces, ¿por qué esperar?" Me acariciaba distraídamente con la mano que tenía sobre mi trasero. "Tú recuerdas ese momento."
"Era como hacer el amor con un bloque de hielo." Había sido así. También me había arrancado el corazón con ternura y lo había llenado de esperanza. Pensé que nunca sucedería de nuevo. "Aunque te derretiste en un momento."
Sólo un poco, al principio. Solo le había acunado al principio, tratando de darle calor, me había quitado la combinación, impaciente por tener el máximo contacto de piel posible. Recordé la dura y penetrante curva de su cadera, los nudos de su columna y las rígidas y recientes cicatrices sobre él.
"No eras mucho más que piel y huesos."
Me giré, poniéndole a mi lado y acercándole, esperando que la seguridad de su actual calor aplacara el frío de mi memoria. Estaba....caliente. Y vivo. Muy vivo.
"Pusiste tu pierna sobre mí para evitar que me cayera de la cama. Recuerdo" Me frotó la pierna lentamente, y pude oír la risa en su voz, aunque su cara estaba a oscuras, con el fuego a su espalda, brillando en su pelo.
"Era una cama pequeña." Había sido un estrecho camastro de monasterio, apenas lo suficiente largo para una persona de tamaño normal. Y aún famélico, como estaba, ocupaba mucho espacio.
"Quise hacerte rodar sobre tu espalda, Sassenach, pero me daba miedo habernos lanzado a ambos al suelo y.... bueno, no estaba seguro de poder mantenerme arriba."
Había temblado de frío y debilidad. Pero ahora, me di cuenta, que también probablemente de miedo. Cogí la mano que descansaba en mi cadera y la subí hasta mi boca besando sus nudillos. Sus dedos estaban fríos del aire nocturno y los estreché contra el calor de los míos.
"Te las arreglaste," dije suavemente y rodé sobre mi espalda atrayéndole hacia mí.
"Lo justo" murmuró encontrando su camino entre las capas de mantas, tartán, camisa y camisón. Dejó escapar un largo suspiro al igual que yo. "Oh, Jesús, Sassenach"
Se movió solo un poco.
"Me sentí....." susurró. "Pensar que nunca te tendría de nuevo, y luego...."
Apenas se las arregló.
"Pensé....que lo habría hecho aunque fuera la última cosa que hiciera...."
"Y casi lo fue," susurré y le agarré fuerte el trasero, firme y redondo. "Por un momento pensé que morirías, hasta que empezaste a moverte"
"Pensé que estaba a punto" dijo riendo. "Oh, Dios, Claire......" paró un momento y presionó su frente contra la mía. También lo hizo aquella noche, con la piel fría y ardiente de desesperación, y sentí que respiraba mi propia vida a través de él, con su boca abierta tan suave, que olía ligeramente a cerveza con huevo que era lo único que su cuerpo podía mantener.
"Quise....." susurró. "Te deseaba. Deseaba tenerte. Pero una vez que estuve dentro de ti, quise....."
Suspiró profundamente y se introdujo más profundamente.
"Pensé que moriría en ese momento. Y lo quería. Quería irme mientras estuviera dentro de tí." Su voz había cambiado, todavía era suave pero algo distante, separada, y supe que se había ido del momento presente, había vuelto a la oscuridad de la piedra fría y al pánico, el miedo y a la necesidad abrumadora.
"Quise derramarme dentro de ti y que fuera la última vez, pero entonces empecé y supe que no estaba destinado a que fuera así, pero me habría mantenido dentro de tí para siempre. Que te estaba dando un niño."
Había vuelto al presente y a mí. Le sostuve fuertemente, grande, sólido y fuerte entre mis brazos, y temblando, impotente mientras se rendía. Sentí lágrimas cálidas deslizándose por mi pelo.
Después de un momento, se agitó y rodó hacia un costado. Una mano grande todavía descansaba ligera sobre mi estómago.
"Me las arreglé, ¿verdad?" dijo y sonrió un poco con la luz del fuego suave sobre su rostro.
"Sí, lo hiciste," y extendiendo de nuevo el tartán sobre nosotros, me tumbé con él, satisfecha a la luz de la llama mortecina y las estrellas eternas.
"Era como hacer el amor con un bloque de hielo." Había sido así. También me había arrancado el corazón con ternura y lo había llenado de esperanza. Pensé que nunca sucedería de nuevo. "Aunque te derretiste en un momento."
Sólo un poco, al principio. Solo le había acunado al principio, tratando de darle calor, me había quitado la combinación, impaciente por tener el máximo contacto de piel posible. Recordé la dura y penetrante curva de su cadera, los nudos de su columna y las rígidas y recientes cicatrices sobre él.
"No eras mucho más que piel y huesos."
Me giré, poniéndole a mi lado y acercándole, esperando que la seguridad de su actual calor aplacara el frío de mi memoria. Estaba....caliente. Y vivo. Muy vivo.
"Pusiste tu pierna sobre mí para evitar que me cayera de la cama. Recuerdo" Me frotó la pierna lentamente, y pude oír la risa en su voz, aunque su cara estaba a oscuras, con el fuego a su espalda, brillando en su pelo.
"Era una cama pequeña." Había sido un estrecho camastro de monasterio, apenas lo suficiente largo para una persona de tamaño normal. Y aún famélico, como estaba, ocupaba mucho espacio.
"Quise hacerte rodar sobre tu espalda, Sassenach, pero me daba miedo habernos lanzado a ambos al suelo y.... bueno, no estaba seguro de poder mantenerme arriba."
Había temblado de frío y debilidad. Pero ahora, me di cuenta, que también probablemente de miedo. Cogí la mano que descansaba en mi cadera y la subí hasta mi boca besando sus nudillos. Sus dedos estaban fríos del aire nocturno y los estreché contra el calor de los míos.
"Te las arreglaste," dije suavemente y rodé sobre mi espalda atrayéndole hacia mí.
"Lo justo" murmuró encontrando su camino entre las capas de mantas, tartán, camisa y camisón. Dejó escapar un largo suspiro al igual que yo. "Oh, Jesús, Sassenach"
Se movió solo un poco.
"Me sentí....." susurró. "Pensar que nunca te tendría de nuevo, y luego...."
Apenas se las arregló.
"Pensé....que lo habría hecho aunque fuera la última cosa que hiciera...."
"Y casi lo fue," susurré y le agarré fuerte el trasero, firme y redondo. "Por un momento pensé que morirías, hasta que empezaste a moverte"
"Pensé que estaba a punto" dijo riendo. "Oh, Dios, Claire......" paró un momento y presionó su frente contra la mía. También lo hizo aquella noche, con la piel fría y ardiente de desesperación, y sentí que respiraba mi propia vida a través de él, con su boca abierta tan suave, que olía ligeramente a cerveza con huevo que era lo único que su cuerpo podía mantener.
"Quise....." susurró. "Te deseaba. Deseaba tenerte. Pero una vez que estuve dentro de ti, quise....."
Suspiró profundamente y se introdujo más profundamente.
"Pensé que moriría en ese momento. Y lo quería. Quería irme mientras estuviera dentro de tí." Su voz había cambiado, todavía era suave pero algo distante, separada, y supe que se había ido del momento presente, había vuelto a la oscuridad de la piedra fría y al pánico, el miedo y a la necesidad abrumadora.
"Quise derramarme dentro de ti y que fuera la última vez, pero entonces empecé y supe que no estaba destinado a que fuera así, pero me habría mantenido dentro de tí para siempre. Que te estaba dando un niño."
Había vuelto al presente y a mí. Le sostuve fuertemente, grande, sólido y fuerte entre mis brazos, y temblando, impotente mientras se rendía. Sentí lágrimas cálidas deslizándose por mi pelo.
Después de un momento, se agitó y rodó hacia un costado. Una mano grande todavía descansaba ligera sobre mi estómago.
"Me las arreglé, ¿verdad?" dijo y sonrió un poco con la luz del fuego suave sobre su rostro.
"Sí, lo hiciste," y extendiendo de nuevo el tartán sobre nosotros, me tumbé con él, satisfecha a la luz de la llama mortecina y las estrellas eternas.
hermoso! Gracias!!!!!
ResponderEliminarMuchas gracias, mucha emoción al leerlo. Esto nos mantiene en la espera por la llegada del noveno. Gracias a la traductora y gracias a Diana.
ResponderEliminarHermoso relato...
ResponderEliminarsimplemente hermoso !!!!
ResponderEliminargracias por las traducciones !!!!!
Pero que tierno, precioso, no veo la hora d poder leerlo, muchas gracias por traducirlo.
ResponderEliminarQue bella historia de amor.gracias Diana
ResponderEliminarQue bonito, espero verlo en television
ResponderEliminarNunca había leído nada en mi vida, y he leído mucho, tan romántico y tierno y con un lenguaje tan real como la vida misma. Me angustia pensar que no pueda leer tu último libro,Diana es real que solo se publicará en Estados Unidos y Canadá? O son solo comentarios sin sentido. Podías decirme por favor qué hay de cierto en todo esto
ResponderEliminarPrecioso ,no me canso de leer estas historias de Jamie y Claire ,son puro amor
ResponderEliminar