Fuente/Source:
Diana Gabaldon
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"Toma." Buck buscó en su bolsillo y sacó un mugriento envoltorio de papel, que metió sin ninguna ceremonia en la mano de Roger.
Él sabía lo que era -y se preguntó por un momento cómo es que lo sabía. Si era solo por las circunstancias, o realmente.....¿sentía algo?
Era un zafiro, un zafiro en bruto. Una pequeña cosa empañada y opaca, del tamaño de la uña de su dedo meñique. Lo sacó de su envoltura y cayó silencioso pero sólidamente en el hueco de su mano.
"Dijiste que no importaba si estaba pulida o no," dijo Buck, señalándola con la cabeza.
"Creo que no. Espero que no. Me gustaría decirte que no puedo aceptarla." Roger cerró los dedos con cuidado alrededor de la piedra, como si le quemara. "Gracias_a charaidh_ ¿Dónde la encontraste?"
"Ach..." dijo Buck vagamente, desechando el comentario con su mano. "Solamente la vi y la cogí, tú sabes."
"Dios Santo," dijo Roger, apretando la pequeña piedra involuntariamente. Demasiado tarde, recordó el castillo en Strathpeffer, a él hablando con el capataz sobre Jemmy y Ron Cameron -ya que el conde había salido- y Buck desapareció con una joven y preciosa criada. Y el capataz ofreciéndose a enseñarle la colección de ágatas y piedras raras....Él declinó, gracias a Dios. Pero...
"No lo hiciste," le dijo a Buck. "Dime que no lo hiciste."
"Si insistes," dijo Buck frunciendo el ceño. "Te diré lo que quieres, pero creo que un ministro no debería inducir a la gente a que mintiera. Qué mal ejemplo para los muchachos."
Señaló con la cabeza hacia el establo donde Jem estaba jugando con muchacho que tenía un aro, ambos estaban intentando llevarle con una vara sobre el suelo lleno de baches con una falta total de éxito. Mandy estaba lanzando piedras a algo sobre la hierba seca -probablemente un desafortunado sapo que intentaba por todos los medios hibernar en contra de las adversidades.
"¿Yo, un mal ejemplo?¿!Y tú, su tata tatarabuelo!?
"¿No debería buscar su bienestar?¿Es eso lo que quieres decir?"
"Yo..." Su garganta se cerró de golpe e intentó aclarársela de manera brusca. Los chicos habían dejado el aro y estaban empujando lo que fuera que Mandy hubiera encontrado en la hierba. "No, no es eso. Pero no te pedí que robaras por ellos. ¡Que arriesgaras tu maldito cuello por nosotros!" Ese es mi deber, quiso haberle dicho, pero no lo hizo.
"Que más da ser colgado por una oveja que por cientos." Buck le dirigió una mirada directa. "La necesitas, ¿verdad? Cógela entonces." Algo que no era exactamente una sonrisa apareció en la comisura de sus labios. "Con mi bendición."
En el lugar más alejado del patio, Mandy recogió el aro y lo puso sobre su pequeña y sólida cintura, meneó su trasero, en un vano intento de hacerlo girar.
"¡Mira papá!" le llamó. "¡Hula hoop!"
Jem se quedó congelado un momento, luego miró a Roger con los ojos llenos de preocupación. Roger sacudió la cabeza ligeramente -no digas nada- y Jem tragó saliva visiblemente y le dio la espalda a su hermana con los hombros tensos.
"¿Qué es un hula hoop?" preguntó Buck tranquilamente tras él.
"Solo un juguente," su propio corazón se le había puesto en la garganta cuando ella lo había dicho, tragó salida como Jem y sintió como se calmaba. "No importa, ella es pequeña y extranjera. Nadie se preocupará sobre cómo llama a las cosas."
"No..esa...cosa,no." Buch miró a Mandy un momento; había logrado que la cosa girara alrededor de su cuello, pero solo por un momento, hasta que se deslizó por su cuerpo hasta el suelo. Saltó fuera del aro y se fue a ver qué hacían los chicos. "Tal vez haya otras cosas que ella pueda decir... ¿eh?"
"Sí, pero es pequeña," repitió Roger con firmeza. "Nadie presta atención a lo que una muchacha de su edad pueda decir. "Los niños inventan cosas, y parlotean todo el tiempo."
"Sí, me he dado cuenta." La voz de Buck era burlona. Roger notó que los ojos de Buck seguían fijos en Mandy con una intensidad que reconoció. Era como alguien que intenta preservar un momento, un lugar, una persona que espera perder.
Roger tocó el brazo de Buck suavemente.
"¿No vendrás con nosotros entonces?" preguntó. "Podemos encontrar otra piedra. Podemos esperar."
Buck suspiró brevemente y se giró.
"No," dijo firmemente. "No sobreviviría."
"¡No lo sabes!" Roger agarró su brazo haciéndole detenerse y enfrentar sus ojos. Tenían la misma intensidad de verde que los suyos -el mismo que la mujer. La madre de Buck, su propio ancestro. ¿Cuántas generaciones entre Buck y él mismo tenían esos ojos? se preguntó. ¿Quiénes eran?
"¿Quiero morir para averiguarlo?" Espetó Buck y se soltó.