Fuente/Source: Diana Gabaldon
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"El Sr. Fraser era un jacobita- ¿sabes lo que significa?" Fanny asintió dudosa.
"Los jacobitas apoyaban a Jacobo Estuardo, y lucharon contra el rey de Inglaterra", le expliqué.
"Perdieron la guerra", se abría un agujero en mi pecho mientras hablaba. Solo un par de palabras para explicar la destrucción de tantas vidas.
"El Sr. Fraser fue a la cárcel después de esto y no fue capaz de cuidar de William. Lord John era su amigo y crió a William como si fuera su hijo, porque ninguno de ellos pensaba que el Sr. Fraser quedaría nunca libre y Lord Johhn pensaba que nunca tendría hijos propios". Escuchaba el eco distante de la voz de Frank, como el susurro de una araña detrás del hogar vacío: "Cíñete a la verdad todo lo que puedas...."
"¿Fue herido Lord John?" preguntó Fanny, "¿en la guerra?"
"Herido... -Oh por lo que no podía tener hijos, ¿quieres decir? no lo sé...- aunque seguramente fue herido". Había visto sus cicatrices. Me aclaré la garganta. "Déjame que te diga algo Fanny. Sobre mí misma".
Sus ojos se estrecharon de curiosidad. Eran de un suave gris paloma, y se pusieron casi negros cuando sus pupilas se dilataron en las sombras de la cocina.
"Yo también luché en una guerra", dije. "No la misma guerra, otra, en un país diferente- antes de conocer al Sr. Fraser y a Lord John. Era una... curandera. Cuidaba de hombres heridos, y pasé mucho tiempo entre soldados, y en sitios malos", tomé aire mientras volvían a mi memoria fragmentos de esos tiempos y esos lugares. Sabía que los recuerdos se reflejaban en mi rostro y se lo permití.
"He visto cosas horribles", dije simplemente. "Y sé que tú también".
Su barbilla tembló ligeramente y apartó la mirada, entristecida. Me acerqué lentamente y toqué su hombro.
"Puedes contarme cualquier cosa", dije con un ligero énfasis en 'cualquier'. "Nunca tienes que contarme a mí o al Sr. Fraser algo que no quieras. Pero si hay cosas sobre las que quieras hablar- sobre tu hermana quizás o sobre algo más- puedes hacerlo. Cualquiera de la familia- al Sr. Fraser, a Brianna, al Sr. MacKenzie o a mí misma... puedes contarnos a cualquiera de nosotros cualquier cosa que necesites. No nos escandalizaremos..." Probablemente lo haríamos, pensé, pero no importaba... "Y quizás podamos ayudarte, si estás preocupada por algo. Pero..."
Levantó la mirada, instantáneamente alerta, inquietándome un poco. Esta criatura tenía una gran cantidad de experiencia en detectar e interpretar tonos de voz, probablemente como medio de supervivencia.
"Pero", repetí firmemente, "no todo el mundo que vive en el Cerro ha tenido tales circunstancias, y muchos de ellos nunca han conocido a alguien que las haya tenido. Muchos de ellos han vivido en pequeños pueblos de Escocia, muchos de ellos no tienen preparación. Ellos quizás se escandalizarían, si les hablas mucho sobre... donde tu vivías. ¿Como tu hermana y tú...?"
"¿Nunca han conocido prostitutas?" dijo, y parpadeó. "Creo que algunos hombres deben de haberlo hecho".
"Sin duda, tienes razón", dije tratando de mantener el control de la conversación. "Pero son las mujeres las que hablan".
Ella asintió sobriamente. Pude ver como se le ocurría algo, miró a lo lejos un instante, parpadeó y luego me miró con una mirada pensativa en sus ojos.
"¿Qué?" dije.
"La madre de la Sra. MacDonald dice que eres una bruja", respondió. "La Sra. MacDonald intentó detenerla cuando vio que yo estaba escuchando, pero la vieja señora nunca deja de hablar excepto cuando está comiendo".
Había visto a la madre de Janet MacDonald, la abuela Campbell, un par de veces y no me sorprendió escuchar esto.
"No creo que sea la única", dije un poco tensa. "Pero te sugiero que quizás deberías de ser cuidadosa con lo que cuentas a la gente de fuera de la familia sobre tu vida en Filadelfia".
Asintió aceptando lo que le había dicho.
"No importa que la abuela Campbell diga que eres una bruja", dijo dubitativa. "Porque la Sra. MacDonald teme al Sr. Fraser. Él trató de que la abuela parara de hablar de ti", añadió y se encogió de hombros. "De todos modos, a mí nadie me tiene miedo".
_Dales tiempo, muchacha_ pensé mirándola.
Gracias a Silvia Errandonea por la fotografía de la abeja en su jardín.
Gracias a Silvia Errandonea por la fotografía de la abeja en su jardín.