ADVERTENCIA: Lo que sigue a continuación contiene pequeños spoilers del episodio inaugural de la T5 de Outlander. Si sigue leyendo, usted asume el riesgo.
Outlander ha vuelto oficialmente gracias a la emisión, con unos cuantos días de anticipación para celebrar el día de San Valentín, de su episodio inaugural. En esta temporada, la serie vuelve a sus orígenes: un punto en común para los cuatros episodios que ya han sido vistos por algunos críticos es que, incluso cuando Outlander se interna en un período oscuro, sigue recordando su espíritu de alegría y encuentra la manera de hacer que momentos menores tengan también importancia.
La serie nos vuelve a poner en contacto con los Fraser, cuando se supone que han transcurrido unos meses desde el último capítulo de la T4, con la boda de Bree y Roger en el Cerro Fraser. Es una reunión feliz que atrae a todos los colonos del Cerro a la Casa Grande que Jamie ha construido para su familia en las tierras concedidas por el Gobernador Tryon. La boda no solo introduce sentimientos de nostalgia (las bodas han sido siempre acontecimientos muy divertidos para los fans de Outlander), si no que hace que la serie empiece en un tono ligero tras tres temporadas en las que los principios fueron trágicos o estresantes. Aunque durante el festejo se nos revela que Stephen Bonnet está vivito y coleando, la boda une a las gentes del Cerro y a los Fraser mientras se preparan para la revolución venidera.
Tras la boda, Jamie y Claire parten para formar una milicia para Tryon, necesaria para acallar la rebelión de los Reguladores que amenaza el poder de la Corona. Esto nos recuerda mucho al viaje de Jamie y Claire a través de las Highlands para recoger las rentas debidas a Leoch en la T1 Pero esta no es la única manera en la que esta temporada nos hace sentir que hemos vuelto a los orígenes de Outlander:
La amenaza que subyace a toda la temporada es la Revolución que se aproxima, y Jamie y Claire tienen que decidir cuál es el mejor momento para traspasar su lealtad de la Corona a la causa de las colonias sin poner en peligro la posesión de sus tierras. Todo esto nos evoca a las primeras temporadas y a la amenaza permanente de Culloden, y lo que esta batalla supuso para nuestros personajes. Mientras tanto, Bonnet es el primer personaje que merece la categoría de villano de la serie tras el aterrador Black Jack Randall. El intenso poder emocional que ejerce sobre la familia Fraser hace que cada vez que se le menciona se nos ponga la piel de gallina, a diferencia de las amenazas más metafísicas -viajes en el tiempo, brujería, nativos americanos...- a las que la familia se ha enfrentado últimamente.
Mientras los Fraser recorren Carolina del Norte reuniendo soldados (sin perder de vista a Bonnet), cada episodio nos ofrece una aventura distinta. El primero nos muestra la gran fiesta, y el segundo nos trae a Claire jugando con las fronteras del tiempo y el espacio una vez más. Por su parte, el Episodio 3 parece más una película de miedo. Aunque es sin duda la misma historia, los pequeños cambios en tono y estilo procuran una cierta frescura a Outlander, lo que no es nada fácil de conseguir para una serie que lleva ya cinco temporadas.
Sin embargo, aunque volver a las raíces originales de la serie parece un buen cambio de ritmo en comparación con el drama constante al que se ha sometido a los fans durante las últimas temporadas (traslado a América, asentamiento en el Cerro, llegada de Brianna y Roger desde el futuro), Outlander debería evitar acomodarse, pues si no empezará a parecer como si todo esto lo hubiéramos vivido ya antes. Por ejemplo, ya hemos visto a Jamie y a Claire sobrevivir a una rebelión con anterioridad, así que, ¿qué habrá en esta ocasión de diferente? ¿y cómo les va a hacer unirse más? estas son las preguntas que esperamos con ansiedad que nos contesten conforme vaya avanzando la T5.
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