La publicación original en inglés se encuentra en la página de Facebook de Diana Gabaldon.
Traducción: Patricia Ransom.
Aunque estaba fascinada escuchando las dramáticas circunstancias en las
que William había descubierto quién era su padre, la verdadera
preocupación de Jenny estaba en otro hombre joven.
“¿Sabes dónde está el joven Ian?” me preguntó impaciente, “¿y sabes si el encontró a la joven, la muchacha cuáquera sobre la que habló a su padre?”
Me
relajé un poco, gracias a Dios el asunto del joven Ian y Rachel Hunter
no estaba entre las situaciones en crisis. Al menos por el momento.
“La encontró” dije sonriendo. “Y en relación a dónde está….. No le he
visto hace días, pero él a menudo está fuera largos períodos. Es
explorador para el ejército Continental, y como han estado en sus
cuarteles de invierno de Valley Forge durante un largo tiempo, ha habido
menos necesidad de explorar, pero pasa mucho tiempo allí porque allí
está Rachel.”
Jenny parpadeó.
“¿Ella está allí? ¿Por qué?” ¿Los cuáqueros no desaprueban la guerra y ese tipo de cosas?”
“Bueno, más o menos. Pero su hermano, Denzell, es cirujano del
ejército-es un verdadero médico no esos curanderos sanguijuelas que
suele utilizar el ejército- y lleva en Valley Forge desde el pasado
Noviembre. Rachel va y viene a Filadelfia- puede pasar a través de los manifestantes, así que transporta comida y suministros- pero trabaja
con Denny, por lo que ella está allí durante más tiempo que aquí,
ayudando con los pacientes.
“Háblame de ella” dijo Jenny, inclinándose atentamente. “¿es una buena muchacha? ¿Piensas que ama al joven Ian? Por lo que Ian me contó el chico está desesperadamente enamorado de ella pero no ha hablado con ella todavía, porque no sabe cómo se lo tomará – no está seguro que ella pueda estar con el siendo…….. lo que es él” Su rápido gesto abarcó toda la historia y condición del joven Ian, de ser un muchacho de las Tierras Altas a un guerrero Mohawk.
“Bien sabe Dios que el nunca podría ser un buen cuáquero y espero que el joven Ian también lo sepa.”
Reí ante la idea aunque el asunto podría ser grave; no sabía lo que podía pensar una reunión cuáquera de ese tipo de unión, pero pensé que podrían ver con alarma esta perspectiva.
Aunque no sabía nada sobre el matrimonio cuáquero.
“Es muy buena chica” aseguré a Jenny. “Extremadamente sensible, muy
capaz- y completamente enamorada de Ian, aunque creo que tampoco se lo
ha dicho.”
“Ah. ¿Conoces a sus padres?”
“No, ambos murieron cuando era una niña. Fue criada por una viuda cuáquera y cuando tenía unos dieciséis años empezó a encargarse del mantenimiento de la casa de su hermano.”
“¿Hablan de la pequeña chica cuáquera?” La Sra. Figg entró con un jarrón de rosas de verano, oliendo a mirra y a azúcar. Jenny inhaló profundamente y se sentó.
“Mercy Woodcok piensa lo mejor de ella. Va a verla cada vez que está en la ciudad para visitar a ese joven”
“¿Qué joven?” preguntó Jenny arqueando las cejas.
“El primo de William, Henry” me apresuré a explicar “Denzell y yo le operamos de urgencia durante el Invierno. Rachel conoce a ambos, a William y a Henry, y es muy amable por visitarle para ver como está. La Sra. Woodcok es su ama de llaves.”
Eso me recordó que tenía que ir a visitar a Henry hoy mismo. Había
rumores de la retirada del ejército británico de la ciudad, y necesitaba
asegurarme que el estuviera listo para viajar. Iba mejorando
cuando lo visité hacía una semana pero en ese momento sólo era capaz de
andar un par de pasos, apoyado en el brazo de la Sra. Woodcok.
“¿Y qué tal está Mercy Woodcok?” pregunté con un pequeño pinchazo en la
boca del estómago. Estaba claro para mí, y también para John, que había
un serio y profundo afecto entre la mujer negra libre y su joven
inquilino aristócrata. Yo había conocido al marido de Mercy,
durante el éxodo del Fuerte Ticonderoga hacía un año, se encontraba muy
malherido y no tenía ninguna información sobre él, pero estaba claro que
debía haber muerto después de haber sido tomado como prisionero por el ejército inglés.
Aún así, la posibilidad de que Walter Woodcok regresara milagrosamente
de entre los muertos- la gente lo hacía, después de todo, y una pequeña
pompa de alegría floreció en mi corazón ante el pensamiento- era el
menor de los problemas. No podía imaginar que el hermano de John,
el excelentísimo Duque de Pardloe, estuviera encantado de saber que su
hijo más joven pretendía casarse con la viuda de un carpintero, con
independencia de su color.
Y después estaba su hija, Dottie,
hablando de cuáqueros: se había comprometido con Denzell Hunter y me
preguntaba qué pensaría el duque al respecto . John, al que le encantaba
apostar, no me había dado mejores probabilidades para la cuestión entre
Dottie y su padre.
Sacudí la cabeza, descartando la docena de cosas sobre las que no podía hacer nada.
Durante este pequeño intervalo, parecía que Jenny y la Sra. Figg habían estado discutiendo sobre Willian y su abrupta salida de escena.
“¿Me pregunto dónde habrá ido?” La Sra Figg miró con preocupación hacia
la pared del hueco de la escalera, lleno de abolladuras salpicadas de
sangre de los puños de William.
“ Se ha ido en busca de una botella, una pelea o una mujer” dijo Jenny con la autoridad que le daba ser una esposa, una hermana y una madre de hijos varones. “Quizá las tres cosas.”
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