Fuente/Source: Diana Gabaldon
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William todavía llevaba, a pesar de que el mismo admitiría en lo más profundo de su corazón que era simple obstinación (aunque lo trasmitió a su conciencia como honestidad y orgullo- de una naturaleza absolutamente republicana, pero aún así orgullo), las ropas con las que llegó a Savannah, aunque el sirviente de Lord John se la llevaba cada noche para cepillarla, lavarla o remendarla antes de devolvérsela por la mañana.
Sin embargo, esta mañana en particular, Willian se despertó ante la visión de un traje de oscuro de terciopelo gris, con un chaleco de seda ocre, bordado con gusto con pequeños escarabajos de varios colores, cada uno de ellos con pequeños ojos rojos. Estaban colocadas junto a la ropa interior y los calcetines de seda- pero su kit del ejército había desaparecido, excepto sus desastrosas botas que se erigían como un reproche al lado de su lavamanos, con sus cicatrices y marcas que destacaban sobre el negro reluciente.
Se detuvo un momento, luego se puso el batín que Papá le había prestado- fina lana azul tejida, muy reconfortante un una mañana fría- se lavó la cara y bajó a desayunar.
Papá y Amaranthus estaban en la mesa, ambos parecían que habían sido desenterrados en lugar de levantados de la cama.
"Buenos días", dijo Willian en voz alta y se sentó. "¿Dónde está el Sr. Cinnamon?"
"En algún lugar con Trevor", dijo Amaranthus parpadeando somnolienta. "Que Dios lo bendiga".
"El pequeño demonio estuvo aullando toda la noche", dijo Lord Joh, dirigiendo un bote de mostaza a William. "Habrá arenques", dijo explicando el motivo de la mostaza. "¿No lo oíste anoche?"
"A diferencia de otros, dormí el sueño de los justos", dijo William untándose una tostada. "No escuché nada".
Ambos parientes le miraron curiosos sobre la bandeja de tostadas.
"Te lo dejaré en tu cama esta noche", dijo Amaranthus, tratando de ahuecar su pelo."Veremos cuánto de justo te sientes mañana"
Un olor a tocino ahumado dulce les llegó desde la parte trasera de la casa, y los tres comensales se callaron involuntariamente mientras la cocinera les traía en una gran bandeja de plata no solo tocino, también salchichas, morcilla y champiñones a la parrilla.
"_Elle ne fera pas cuire des tomate_s" dijo su señoría, con un ligero encogimiento de hombros. Ella no cocina tomates. "_Elle pensé quilos son toxiques_." Piensa que son venenosos.
"_La façon dont elle les cuisine, elle a raison_" murmuró Amaranthus, en un buen francés pero con acento. Y lleva razón de la forma en que ella los cocina.
[Excerpt from GO TELL THE BEES THAT I AM GONE, Copyright 2019 Diana Gabaldon. Gracias a Toni Melrose por esta adorable abeja (y un sincero agradecimiento a todos los que me mandaron docenas de maravillosas fotos- Espero poder publicar todas (¿quizás haré una galería de fotos de abejas....?)
Con los adelantos qué nos da ,es dificil imaginar el argumento del libro.
ResponderEliminarGracias.
ResponderEliminarMil gracias por el avance, pero cuánto falta para el libro completo? 🙏
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