"No le diré nada sobre ()", me dijo. Olí con cautela el estofado que había preparado para la cena, pero desistí para poder mirar a Jamie de reojo.
"¿Y por qué no?"
"Porque si lo hiciera, ella se iría porque creería que eso es lo que quiero, aunque de otra manera no se fuera".
Era probablemente cierto, aunque personalmente no vi nada malo en pedirle algo que Jamie necesitaba que se hiciera. Jamie sí veía algo malo en ello evidentemente, por lo que asentí con la cabeza y le acerqué la cuchara.
"Prueba esto, por favor, y dime si crees que es apto para consumo humano".
Hizo una pausa, con la cuchara a medio camino.
"¿Qué tiene?"
"Tenía la esperanza de que tú pudieras decírmelo. Creo que es venado, posiblemente, pero la Sra. MacDonald no estaba segura; su esposo regresó a casa con él luego de un viaje a las aldeas Cherokee y no tenía piel, y él dijo que había estado demasiado ebrio para preguntar cuando lo ganó en un partido de dados".
Con las cejas levantadas tan alto como le fue posible, olió a tientas, sopló la cucharada de estofado, y lamió un pequeño bocado, cerrando los ojos como un degustador francés, juzgando las virtudes de un nuevo Ródano.
"Hmmm", dijo. Probó un poco más, lo cual era alentador, hasta que finalmente tomó un bocado entero, lo masticó despacio, con los ojos cerrados en concentración.
Finalmente tragó, y abriendo los ojos dijo "Necesita pimienta. ¿Y tal vez un poco de vinagre?"
"¿Para degustar o para desinfectar?" pregunté. Di una mirada rápida al armario, preguntándome si sería capaz de juntar los restos que contenía y preparar una cena de emergencia.
"Degustar" dijo, inclinándose detrás de mi para llenar nuevamente la cuchara. "Es sano de todas maneras. Creo que es alce, pero uno muy viejo y de carne muy dura. ¿No es la señora MacDonald la que cree que tú eres una bruja?"
"Bien, si eso cree, se quedó callada ayer cuando trajo a su hijo más pequeño con una pierna rota. El hijo mayor vino con la carne esta mañana. Era un trozo bastante grande, a pesar de su origen. Puse el resto en el ahumadero, pero tenía olor raro".
"¿Qué es lo que huele raro?" La puerta trasera se abrió y apareció Brianna, cargando una calabaza pequeña y Roger detrás con una canasta de berza del huerto.
Levanté una ceja en dirección de la calabaza, era demasiado pequeña para hacer pastel, y estaba demasiado verde. Brianna se encogió de hombros.
"Una rata o algo parecido se la estaba comiendo cuando entramos al huerto", dio vuelta la calabaza para revelar las frescas marcas de dientes. Sabía que se echaría a perder si la dejábamos allí, si la rata no volvía a terminar de comerla, por eso la trajimos con nosotros".
"Bien, he escuchado hablar de la calabaza verde frita", dije dubitativa, y acepté el regalo. "Después de todo, esto se está transformando en una cena experimental".
Brianna miró hacia el hogar y olió profundamente, con cautela.
"Huele... comestible", dijo.
"Sí, eso mismo dije", añadió Jamie, dejando de lado la posibilidad de envenenamiento por tomaína. "Siéntate, muchacha. Lord John nos ha enviado una pequeña misiva".
"¿Lord John?" una ceja pelirroja se arqueó, y su cara se llenó de luz. "¡Mi persona favorita! ¿Qué necesita?"
Jamie se quedó mirándola. Se había guardado la carta en el bolsillo; obviamente no iba a dejar que Brianna la leyera.
"¿Por qué piensas que necesita algo?" preguntó con cautela y curiosidad.
Brianna movió su falda a un lado y se sentó, con la calabaza todavía en una mano, extendiendo la otra mano hacia Jamie, con la palma hacia arriba.
"Préstame tu puñal un momento, Pa. Y en cuanto a Lord John, él no se dedica a charlas sociales. No sé qué es lo que quiere, pero he leído demasiadas de sus cartas para saber que no se molesta a menos que tenga un propósito".
Resoplé suavemente e intercambié una mirada con Jamie. Eso era completamente cierto. Está bien, a veces su propósito era advertir a Jamie que estaba arriesgando su cabeza, cuello o testículos en la aventura que sea que Lord John lo haya imaginado envuelto, pero definitivamente tenían un propósito.
Bree tomó el puñal que le ofreció Jamie y comenzó a cortar la pequeña calabaza en rodajas, desparramando grumos brillosos de semillas verdes sobre la mesa.
"¿Y bien?" dijo, concentrada en la calabaza.
"Bien", dijo Jamie, y respiró hondo.
(final de la sección)
La calabaza verde era, en efecto, comestible, y eso era todo lo que podría decir de ella.
"Le falta ketchup" fue el comentario de Jemmy.
"Sí", asintió su abuelo, masticando con cautela. "Ketchup de nuez, ¿tal vez? ¿O de setas?"
"¿Ketchup de nueces?" Jemmy y Amanda comenzaron a reír a carcajadas, pero Jamie meramente los miró con tolerancia.
"Sí, pequeños ignorantes" les dijo. "Ketchup es cualquier condimento que pones sobre la carne, no solamente esa pasta de tomate que su madre prepara para ustedes".
"¿A qué sabe el ketchup de nuez?" demandó Jemmy.
"A nueces" dijo Jamie, sin ayudar mucho. "Con vinagre, anchoas y otras cosas más. Silencio ahora, quiero hablar con su madre".
(Muchas gracias a Sylvia Cornette por la espectacular fotografía de la abeja).