Pasaron junto a un grupo de hombres, cerca de veinte, con el rostro desdibujado debajo del alero de sus sombreros, pero la luna iluminó una pálida nube del polvo que levantaron sus botas, lo que les hacía ver como si caminaran con niebla creciente hasta la rodilla. Eran escoceses-irlandeses, hablando en voz alta, notablemente ebrios y discutiendo entre ellos, por lo que Jamie e Ian los pasaron sin que los tuvieran en cuenta. Francis Locke había dicho que había unas cuantas compañías de milicias en el pueblo; estos hombres tenían el aspecto de pertenecer a una milicia nueva -importantes e inseguros al mismo tiempo, y queriendo demostrar que no lo estaban.
Cruzaron la plaza y las calles detrás de ella, y se reencontraron una vez más con el silencio en medio del llamado de los búhos en los árboles cerca de Town Creek. Ian rompió el silencio, hablando bajo, un poco para sí mismo y otro poco no.
"La última vez que caminé así -quiero decir, de noche, caminando, no cazando- fue justo después de Monmouth", dijo. "Estaba en el campamento británico, con su señoría, y él me pidió que me quedara, porque yo tenía una herida de flecha en el brazo -recuerdas eso, ¿verdad? Ese mismo día, más temprano, tú me quebraste la parte larga de la flecha".
"Lo había olvidado", admitió Jamie.
"Bueno, fue un día largo".
"Sí. Recuerdo sólo algunas partes. Perdí mi caballo cuando cayó del puente a una de esas ciénagas infernales, y nunca olvidaré el sonido de eso". Un profundo estremecimiento le revolvió las tripas, recordando el sabor de su propio vómito. "Y luego recuerdo al general Washington -¿Estabas allí, Ian? ¿Cuando hizo volver a la retirada luego de que Lee hiciera un lío de ello?
"Sí", dijo Ian, y se rió un poco. "Aunque no le presté mucha atención. Tenía mi propio problema para resolver, con los Abenaki. Y también lo resolví", agregó con voz sombría. "Tus hombres capturaron a uno de ellos, pero yo maté al otro esa noche, en el campamento británico, con su propio tomahawk".
"No había escuchado eso", dijo Jamie sorprendido. ¿Lo mataste en el campamento británico? Nunca me lo dijiste. Y por cierto, ¿cómo es que estabas allí? La última vez que te vi fue justo antes de la batalla, y te volví a ver cuando tu primo William cargaba lo que pensé era tu cadáver sobre una mula".
Y la siguiente vez que había visto a William había sido en Savannah, cuando su hijo le había venido a pedir ayuda para salvar a Jane Pocock. Y había sido tarde. Ese fracaso no había sido culpa de ninguno de ellos dos, pero aún le dolía el corazón por la pequeña muchacha... y por su pobre muchacho.
"Eso no me molestó mucho", dijo Ian. "Llegué con Lord John -nos arrestaron juntos- pero luego salí del campamento, buscando a Rachel o a ti, pero tenía mucha fiebre, la noche iba y venía a mi alrededor como si respirara y yo caminaba por las estrellas con Pa a mi lado, conversando con él, como si...
"Como si él hubiera estado allí", terminó Jamie con una sonrisa. "Y creo que lo estaba. Lo siento a mi lado, de vez en cuando". Miró automáticamente hacia su lado derecho mientras dijo eso, como si en efecto Ian Mohr estuviera allí en ese mismo instante.
"Conversábamos sobre el indio que acababa de matar -y le dije que me acordaba de ese idiota que trató de extorsionarte, tío- el que maté al lado del fuego. Dije algo acerca de como parecía diferente, matar a un hombre cara a cara, y pensé que ya tendría que estar acostumbrado a cosas de ese tipo a esa altura, pero no lo estaba. Y él dijo que tal vez no debería acostumbrarme", dijo Ian pensativo. "Dijo que eso no era bueno para mi alma, acostumbrarme a cosas como esa".
"Tu Pa era un hombre sabio".
Gracias a Milissa Vitrella por la fotografía de las abejas.